En
la radio se escucha fuerte, aquí vine porque vine a la feria de las flores a
ver una rosa huraña que es la flor de mis amores mientras arrastramos las sillas del comedor hasta el
patio para subirnos y mirar por encima de la pandereta hacia el
sitio del lado. Estoy feliz. Esa es mi canción y suena justo ahora que por fin vamos a ver
todo lo que hemos imaginado del otro lado de la muralla: carruseles con caballitos que suben y bajan y máquinas para hacer
algodones de dulce, rosados, enormes,
pegajosos. No sé si es el
desencanto por el cerro de escombros, trapos sucios y latas vacías que encontramos -o es porque
mi hermana se pone a cantar mi canción como si fuera de ella- pero no
puedo aguantar el llanto y aunque ella se enoja, canto también la suya: yo tengo unos ojos negros quién me los
quiere comprar, los vendo por hechiceros, porque me han pagado mal.
La radio está siempre sonando en
algún lugar de la casa.
Hay
canciones que me ponen triste, otras me hacen feliz. Pero no tan feliz como cuando vamos donde mi abuela y nos sentamos en la s gradas de la terraza y
nos cuenta cuentos y se detiene sólo para contar los puntos del tejido o cuando desde la casa de la vecina que tiene uno de esos tocadiscos RCA
Victor, se escucha a San Antonio como es un santo
casamentero y a pesar de nuestra impaciencia, la abuela se demora un buen rato antes de seguir. Pero hay otra música, la que mi papá escucha fuerte los días domingo en la mañana y las notas del piano parece que resonaran dentro de mí: entonces nos quedamos en silencio escuchándolas, me dice que está tocando Arrau y se ríe porque le digo que él toca igual. Le
pregunto por qué esa música no tiene letra: me
dice que no la necesita, porque el
Claro de Luna sólo hay que imaginarlo. Entono la música que tocaron tantas veces en la fiesta de año nuevo y
le pido que la toque en el piano. Al principio salen las notas como a
tropezones de sus manos y luego de una
sola vez, como si la hubiera tocado siempre. Entonces vuelvo a sentir la emoción de mi primer trasnoche, de las luces encendidas
que me encandilan, del bote de helados
en la cocina y del vestido tornasol de mi mamá moviéndose al son de Delicado.
Esa música no se parece a la de la fiesta de cumpleaños de mi
tía, que miramos a escondidas desde el comedor de la casa de los abuelos y se llena de mambo, que rico el mambo, mambo
que rico es, y se me quita
completamente el sueño porque me parece que
es la música más linda y alegre que he escuchado en toda mi vida y miramos extasiadas los movimiento de caderas que no logramos imitar. No entiendo porqué mi abuelo se molesta con ese baile, pero cuando termina, tampoco
está tranquilo, cuando todas las
voces se quedan en silencio y solo se escucha desde el tocadiscos, hazla volver a mí,
quiero besar su boca, otra vez junto al
mar, vereda tropical.
Ahora
tenemos tres radios, una en nuestro dormitorio, otra en la pieza de mis papás y
otra en el living y siempre hay alguna sonando. Me doy cuenta que hay un tipo de canciones con las que
siento el corazón apretado;
especialmente si es domingo en la tarde y todavía no he hecho las tareas. A mí papá le gustan, pero a
mi mamá no. Nos tapamos los oídos cuando las canta o las
silba y aunque algunas tienen nombres divertidos, como Cumparsita o el Choclo, nos parecen feas
y tristes. Tampoco me gustan las de
amor que escucha mi mamá y nos reímos del cantante porque parece que estuviera resfriado. Ella las pone bien fuerte,
especialmente cuando mi papá va a Santiago y nosotros creemos que se acuerda de él
cuando cierra los ojos y canta, contigo en la distancia, amada mía estás.
Mi
papá compró una electrola y nos trae discos cada vez que va a Santiago. Ahora sólo nos gustan las canciones en inglés. Mi hermano hizo una fiesta para su
cumpleaños y estuvieron con sus amigos
toda la semana pegados a la electrola sacando la letra de only you para
cantársela a las niñas al oído. Ahora
que cumplió 15 nos trata de mocosas, pero con mi hermana estamos aprendiendo rock and roll y ensayamos
todo el día con las enaguas can-can que
nos encargaron a Arica. Nos gusta don'´t be cruel y peleamos porque ella siempre
quiere llevarme.
Por
fin fui a una fiesta. Mi mamá dice que
todavía soy muy chica, pero le rogué toda la tarde y en el último
momento me dijo que si y abrió un par de medias y me saqué los calcetines. Mi papá nos fue a dejar. Me solté el moño cuando nos bajamos del auto y se me encrespó el pelo porque estaba lloviendo fuerte. Bailé sólo una vez pero como era
mi disco preferido, me lo sabía entero y lo
canté mientras bailaba, ‘cause you've got
personality walk, personality
talk, personality charm.
Me quedó lindo el vestido blanco de lunares rojos y escote cuadrado que me mandaron a hacer para la fiesta que nos invitaron al campo. Me compraron zapatos blancos con un poco
de taco y con el pelo corto represento 13 o 14. Me aburrí porque tocaron Ansiedad tantas veces, que tuve que decir que no cuando me sacaban a bailar. No me gustan los discos lentos, menos las canciones
en castellano porque hay letras que me dan vergüenza. En Marzo nos vamos otra vez a Santiago.
Ahora tengo nuevas amigas y me prestaron un slam
book. Hay que contestar todas las preguntas,
¿Quién te gusta? ¿Estás pololeando? ¿A quien encuentras churro? ¿Cuál es tu
canción favorita? Escribí su nombre y apellido, a pesar de que su hermana me contó que en
Valparaíso tiene una polola y que
los navales tienen en cada puerto un
amor. Es rubia y la odio. Ahora mi canción favorita es esa que bailé
con él en su casa y la escucho todo el día aunque me da
pena. Me gustaría que viniera el sábado a Santiago, que hubiera un bailoteo y
me cantara al oído, I’m sorry, so
sorry, that I was such a fool. Mi
mamá me pregunta porqué estoy tan callada, pero le digo que de dónde saca eso:
cambio el disco y me pongo a cantar fuerte in the garden of eden a long time ago.
Mis
primas de Talca nos invitaron a
pasar el verano a la casa de
la cordillera y vamos todos los días a bailar a la hostería.
A mí me gusta un chiquillo de Curicó
y el día antes de volvernos, me grabó
sus iniciales en el brazo con un cortaplumas: para que tengas un largo recuerdo
mío, dijo. Me duele mucho y tuve que
ponerme un parche curita para que no lo vea mi mamá. La
última noche mientras bailábamos me dio un beso. Todavía me siento como flotando en el
aire. Nos volvimos a Santiago solas en tren con mi hermana y aprovechamos de fumar. No nos gustó y nos mareamos. Mi papá nos fue a buscar a la
estación y nos vinimos calladas todo el camino. En la
radio suenan las canciones del
verano, pero ahora se sienten tan lejanas que me dan ganas de llorar, porque summer’s gone,
and no song birds are singing: because your gone, gone from my arms,
gone from muy lips, but still in my heart.
Ximena G.
(transcurso del tiempo a través de la musica