Los lilas y anaranjados del atardecer se cuelan a través de las cortinas de rosa empolvado, fundiéndose con los agudos y dulces de la ópera. Entre almohadones ella se va adormeciendo, mientras unas manos delicadas cepillan sus cabellos y el bel dí, vedremo levarsi un fil di fumo, sul estremo confin del mare se va alejando y se confunde con las imágenes del sueño. Pero ahora el crepúsculo se ha teñido de rojo, del mismo color de los cojines de su cama y no puede respirar. Ya no siente las delicadas manos sobre sus cabellos: las busca a tientas y las encuentra. Rígidas, aplastantes, opresoras. Hasta que las suyas caen lentamente sobre las sábanas como mariposas de alas rotas
lunes, 20 de enero de 2020
BUTTERFLY
Los lilas y anaranjados del atardecer se cuelan a través de las cortinas de rosa empolvado, fundiéndose con los agudos y dulces de la ópera. Entre almohadones ella se va adormeciendo, mientras unas manos delicadas cepillan sus cabellos y el bel dí, vedremo levarsi un fil di fumo, sul estremo confin del mare se va alejando y se confunde con las imágenes del sueño. Pero ahora el crepúsculo se ha teñido de rojo, del mismo color de los cojines de su cama y no puede respirar. Ya no siente las delicadas manos sobre sus cabellos: las busca a tientas y las encuentra. Rígidas, aplastantes, opresoras. Hasta que las suyas caen lentamente sobre las sábanas como mariposas de alas rotas
jueves, 9 de enero de 2020
MANOS
Te quitas el delantal de cocinero y te acercas con la fuente de la carne y nuestras miradas coinciden casi por casualidad. Ríes con las anécdotas de los invitados pero tu mirada está distraída en otro lado del jardín. Observo tus manos cuando nos sentamos a la mesa. Tus manos de siempre, morenas y fuertes, con las venas a flor de piel, ésas que reconocería entre millones, a pesar del paso del tiempo. Tan únicas, tan cercanas, como si nunca hubiera dejado de tenerlas. Ahora menos firmes que entonces -lentas e intensas- expertas en anestesiar las horas y hacer estallar relámpagos a su paso. Las mismas que dejaron de ser mías sin explicación alguna y también sin ninguna pregunta dejé de buscarlas. Esas que ahora te cubren un bostezo y que cada vez me parecen más lejanas. Como si sólo existieran separadas de ti, como si todo lo demás fuera de utilería y no quedara en ellas registro alguno de nosotros: salvo por esta casual coincidencia y el sonido metálico de un leve encuentro en la fuente de la carne.
XIMENA G.
ximegui
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