Soñé que la calle se me arrancaba y trataba de llamarla pero no recordaba su nombre. Con ella se escapaba también la casa y su amplia entrada, e ventanal de vitrales y la carcajada ancha de su dueño y ya no quedaba nada: ni el asombro de mi primer trasnoche, encandilada de lámparas encendidas y de voces gritando a coro cinco, cuatro, tres, dos, uno y el estallido de abrazos champaña y música y el vestido tornasol de mi mamá ondeando al son de Delicado y el bote de helados en la cocina y las ganas de dormir que me vence entre los abrigos y entonces llega el sueño y en él recupero la calle, me acuerdo de su nombre y todo vuelve a su sitio: la casa de amplia entrada, el ventanal de vitrales, la carcajada ancha de su dueño, mi asombro de cuatro años y el año nuevo en la casa de Marcoleta.
Primer lugar "Concurso Nacional Cuento Corto",
Corporación Cultural Vitacura,
Septiembre 2019
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